viernes, 30 de agosto de 2013

ADIÓS

Era dulce.
Era tu voz tan dulce ayer. Tan lastimera ahora.
Eras tú. Era yo.
Éramos tú y yo, y la magia de este increíble amor.
¿Dónde?
¿Dónde dejaste la vela encendida que harta de esperar la noche se apagó?
¿No te diste cuenta?... Tal vez no.
Tú siempre tan despistado, yo siempre tan amargo. Tan sin expresión.
Fui guardando tu cariño en cada beso lanzado al vacío.
Tus besos sin dirección.
Tus besos que ahora son olvido.
Pobres víctimas del sueño que reina en la madrugada, cuando, a pesar de la distancia, decías
con voz de ángel
que me amabas.
¿Sabías lo que sentía mi corazón entonces?
¿Sabes, acaso, insensato, lo que siente ahora?
¿Sabes? No. No sabes. Y no quieres saber. Me rehúsas. Me huyes.
Piensas, tal vez que esta criatura aun vive en ti.
Piensas. Y seguirás pensando, que esta criatura aun tiene en la mente y aun en el pecho, la imagen de tu piel.
Piensas, acaso, no sé. Piensas. Y yo también pienso. ¿Hasta cuándo?
Llueve afuera. El cielo llora. La luna me mira triste y me pregunta.
¿Hasta cuándo?
Llueven las gotas de los recuerdos que me nacen de los cabellos.
Asoman las memorias cristalinas vueltas agua de sal.
Surcan mi frente.
Mis mejillas.
Y de repente.
Empiezo a llorar.
¿Hasta cuándo?
La luz de la tiniebla, aun oscura y aun marea no me quiere abandonar.
¿Hasta cuándo?
La ventana por donde te veía todas las noches no se quiere cerrar.
¿Hasta cuándo?
Tu nombre que está tatuado en mi alma en mis labios aun pretende estar.
Y es en vano, preguntar.
¿Hasta cuándo?
¿Hasta cuándo seguiré recordando aquel Octubre en este Agosto que agoniza ya?
Toma mi mano, mírame a los ojos, y responde sin vacilar.
Que hay una noticia que hoy te tienes que enterar.
Mírame, aun en los kilómetros que nos faltan por estar.
Mírame, aun en el silencio de las miradas que nos quieren criticar.
Mírame, aun no estando delante tuyo, mírame.
¿Hasta cuándo crees que te iba a esperar?
Siento que no quieres llorar, siento que me quieres matar.
Lo siento y tú lo sientes. Solo que atrevido no eres ya.
Olvidaste este amor que por ti sentía como al geranio regar.
Y hoy, que llora el cielo, que me vuelvo viejo, que se acaba el mundo, que a los ojos no me quieres mirar, te veo y te pregunto.
¿Hasta cuándo creías que esto podía durar?
No. No duró. Acabó.
El amor como el geranio se acaba de marchitar. Hoy soy clavel. Y he sido plantado en otro jardín.
Muy, muy lejos de ti.
Tenías en tus manos mi corazón.
Y lo olvidaste en algún rincón.
Hoy te alejo de mí.
Adiós, adiós al dolor.
Adiós, adiós por hoy.
Adiós por siempre.
Adiós amor.