martes, 26 de noviembre de 2013

HE BUSCADO EL AMOR

Ha caído del lomo de la nube
a mis pie descalzos
la gota de vino blanco
cielo sigues llorando
y caen en mis piernas y en mis brazos
las tantas veces que el amor fue fumado.
Amor, amor
te haces agua.
Amor, amor
has sido llanto
y me sigues mojando.
¿Dónde está el sol de la mañana que me intentó enamorar?
¿Y los ojos del que desde arriba me ha venido a mirar?
Y llora en silencio
¿Quién lo mirará?
Amor, amor
me haces llagas.
Amor, amor
me haces daño
me has despertado en vano
¿Dónde descansan tus manos de miel que a los bichos invocando van?
Y eres aire, porque elevas tu humanidad
te vas de mi
ahora que te he venido a buscar
¿Por qué te vas?
¿Por qué me quieres dejar?
Huyes de cada rostro grácil
huyes del verano
huyes de mis labios ahora que te he querido besar
huyes de mis manos
no te dejas tocar.
Te vuelves ave y a prisa las alas
que tantas veces pude acariciar
te ayudan a que de mi pecho te puedas escapar.
Amor, amor
¿Dónde estás?
Te vuelves tentación, al inicio
y tan esquivo después
me alimentas de tu vicio
luego me das sed
tan pronto me envuelves de rosas
y pintas mi piel de colores
tan luego atraes a las moscas
te vas duda mentirosa
y estremeces mi cuerpo tonto
luego permites que llore
te vas tan pronto
dejándome en el lodo lleno de dolores.
Te vas
a pesar que nunca estuviste
sé que mi cariño escondiste
te vas
amor prohibido amar.
He buscado el amor
en la cima de la colina por donde las cometas
bailan sin parar.
Lo he buscado en el mar
y en las bestias que ahí habitan
en medio de la calle
sobre el asfalto de la pista.
Lo he buscado en la noche
andando sigiloso en el cementerio
amor, eres misterio
eres el sur y luego el norte.
He buscado en el clóset
entre los libros de ciencias
en mi lucidez y en mi demencia.
He buscado en las mañanas sin nombre.
En el árbol
en su ternura
en su experiencia.
En las gafas de mi abuelo
entre las limosnas del mendigo
que llorando en su delirio
no encuentra aun consuelo.
Lo he buscado a ciegas en la casa distante
y mientras danzaba en la pista de baile.
Lo he buscado en la oscuridad y en el día
en mi llanto fúnebre y en tu algarabía
en mi ternura y en tu rebeldía.
He buscado también entre los motivos de la fiesta
en los viajes de aventura
las faenas de pesca
entre frutas y verduras.
He buscado en cada rincón de mi piel
en mi alegría y en mi amargura
entre los recuerdos de mi infante ser
entre las copas de sangre que me ha tocado beber
entre las sábanas de cada lecho donde encendí mi locura.
He buscado el amor ayer
¡Que no quede duda!
A pesar que me advertiste
que me sanaste y luego me heriste.
Te he buscado ahora maldición
en la casa donde duermen los sentimientos
que alimentaron mi valiente corazón
mas tus puertas y ventanas
confirman mi futuro triste
pues renegando me niegan la entrada.
Hoy he buscado el amor
y aun no encuentro nada
¿Será tal vez que no existe?
He buscado el amor desde mi primer año
algunas veces con temor y otras con expectativa
y aún ahora en el recuento de los daños
no he logrado encontrarlo todavía.

viernes, 1 de noviembre de 2013

EN EL DÍA DE LOS MUERTOS

Hoy quiero hablar. Hoy y ahora.  Porque ayer ya callé demasiado. Ayer estuve cenando en la mesa negra manchada de sangre que estaba al borde del abismo. Estaba solo. Todos se habían ido. Era tan noche y era tan oscuro el cielo. A lo lejos el castillo enorme de piedra. El techo tan misterioso. El castillo me miraba y se reía. Veía la escena y se mofaba de mi soledad. Entonces estaba yo en la mesa, sentado en una banca. Al filo del abismo y atrás el castillo. Y era de noche. Y sobre la mesa estaba la cena que había estado disfrutando mientras escuchaba a lo lejos los aullidos de lobos a manera de quejidos. Algo les dolía. Como a mí, me dolía esta noche estar tan junto del precipicio y solo, con tanta comida.
Sobre la mesa dos platos grandes llenos de gusanos rojos que se movían a la vista. Algunos saltaban. Probablemente estaban felices. Tal vez pensaban que en breve yo devoraría el manjar y ellos en mi estomago devorarían mis vísceras. Pero no, no es mi alimento del día, y aun de la noche. Hoy no comeré gusanos. Luego había un depósito lleno de mermelada, tan roja como la sangre misma que estaba esparcida por toda la mesa. Olía mal. Olía a muerte. Y a muertos, por supuesto. La mermelada ocultaba algo. Bueno, pensaba que era una mermelada de fresa hasta que metí la mano en el depósito para ver que ocultaba. Descubrí un corazón. Y no, no estaba lleno de amor. Estaba lleno de gras. Tal vez le perteneció a un hombre gordo. El corazón era grande. Era tan grande para mi mano que resbaló nuevamente en el depósito y salpicó la mermelada combinada con sangre y ensucio mis ropas. Y entonces maldecí el corazón “Corazón de mierda. Maldito corazón” y lo tomé nuevamente pero con ambas manos y lo arrojé al abismo. Luego escuché un grito que provenía de la profundidad.
Estaban también alrededor del recipiente unos soperos blancos. Unos diez u once soperos que estaban esparcidos en toda la mesa. Y la curiosidad se apoderó de mí y tomé una cuchara y probé de la sopa. Luego vomité. Era una sopa de huesos. Para mi mala suerte, en el sopero del cual tomé no sólo habían huesos sino también dedos, y el sabor de las uñas era horrible. Ag.
Había también frutas, algunas dulces como manzanas y plátanos en toda la mesa. Todo estaba tan desordenado y confuso. Me llené de rabia de un momento a otro y tomé una calabaza, la devoré al instante. Y entonces me dio más hambre. Al centro había una fuente. Una gran fuente donde descansaba la cabeza de una mujer anciana. Sus ojos me miraban y sus dientes colmillosos estaban incompletos. Su nariz larga y arrugada me hacía suponer que era bruja. O tal vez la abuela del gordo a quien le arrancaron el corazón. La cabeza era el plato de fondo, el plato estelar. Lo más rico. Pero no me provocó así que tomé la fuente y la arrojé al precipicio. Me aburrí.  Mande todo al diablo y el diablo todo me lo regresó. Me quedé dormido unas horas en mi banca y recostado sobre la mesa. Mis ropas ya estaban manchadas de sangre así que me dio igual. Cuando desperté estaban sentados junto a mi dos personas, habían regresado para reclamar lo que habían dejado por ahí en la mesa. Me miraron, me preguntaron y yo soñoliento no supe que decir. Estaba frente a mí un hombre obeso en cuyo pecho había un gran agujero. Se enfureció con mi respuesta tan desganada. Y entonces desperté totalmente, comprendí que su corazón era el que yo maldije. Me sentí tan mal, primero por lo que hice con él y luego con lo que su dueño hará conmigo. Tras el hombre un cuerpo, sin cabeza, era la anciana, se movía furiosa y me amenazaba con un bastón que traía. No, no era un bastón, era su escoba, y sí, era una bruja.
Les juré que no me había tragado nada de lo que había en la mesa, salvo la calabaza, pero nada más. Y estaban furiosos, me exigían sus cosas, me jodían y seguían jodiendo. Entonces pensé que a mí nadie me jode. Los mande a la mierda y les dije que se metan su cena por el culo. Feliz día muertos. Adiós.
Me fui al castillo, me quedé dormido en mi habitación y desperté en mi casa.

viernes, 25 de octubre de 2013

CICLOS

Trágame tierra.

Escúpeme mundo.

Písame cielo.

Destrúyeme universo.

Calcíname sol.

Ámame hombre.

Endúlzame miel.

Excítame vientre.

Tiéntame Satán.

Aspírame marihuana.

Encadéname capricho.

Aliméntame deseo.

Enamórame cupido.

Píntame acuarela.

Súdame piel.

Evapórame aire.

Mánchame pecado.

Bésame espejo.

Envídiame mujer.

Escóndeme mariposa.

Descúbreme ropero.

Cocíname madre.

Golpéame hermano.

Abandóname náufrago.

Patéame padre.

Dispárame violencia.

Lapídame musulmán.

Piénsame olvido.

Maldíceme infierno.

Extráñame odio.

Señálame fariseo.

Arrójame abismo.

Enójame hiel.

Condéname preso.

Ódiame amor.

Alíviame llanto.

Sálvame Jesús.

Espérame abuela.

Perdóname perfección.

Enséñame libro.

Nómbrame abuelo.

Santifícame Cristo.

Rézame creyente.

Explórame montaña.

Ilumíname Dios.

Adórame poseído.

Báñame lluvia.

Miénteme político.

Cázame venado.

Cástrame puta.

Méame perro.

Cágame niño.

Renúnciame esfuerzo.

Vénceme aliento.

Penétrame espada.

Mátame vida.

sábado, 5 de octubre de 2013

TU CABEZA, EL CUCHILLO Y YO

“Tengo una fascinación especial por la decapitación. De pequeño siempre había visto el cuello de las personas, de mi madre, de mi padre, de mis abuelos, como una exquisita parte del cuerpo digna de quebrar en dos. Me fascinaba saber que debajo de la piel que envolvía ese pedacito de cuerpo tan frágil, habían miles de gotitas de sangre, deseosas de escapar en algún momento, en el rato menos pensado, cuando un cuchillo atraviese la dermis y afile su acero en el cuero que envuelve el cuerpo, y desate a la vista el rosado de la carne que duerme sangrienta en el interior, y nutra el morbo del espectador, del asesino, y acaso también de la propia víctima. Pobre víctima, llora, sólo eso te queda. Pobre víctima, la cabeza perderás, llora, sólo eso te queda, pues tu verdugo armado está, y tiene en su mano izquierda los cabellos que pueblan tu frente de ingenuo, los mismos cabellos que tras horas frente al espejo peinabas, arreglabas, te vestías y salías a presumir tu humanidad, ¿Para qué? Para acabar a merced de un corsario que te arrancará la cabeza y la venderá a los buitres que surcan el cielo. El carnicero tiene en la mano derecha el sable que a la luz de la escena es la continuación de su extremidad. Es grande, filosa, pero aun así, tímida. Guerrera, como nunca solemne, formal, extranjera e impía. Y está en manos de quien te animará el alma en los últimos instantes de existencia. Él hará vibrar tu organismo, temblar tus sentidos, movilizar tu cuerpo de la cabeza y hasta los pies gritarán escandalizados mientras el conducto que une tu quijada y tu pecho arroja chisgueteando la sangre que alimentaba tus venas. Gritarás. En efecto gritarás. Será tu última voluntad. Será tu último deseo. Oírte en medio de la desgracia, en medio de la escena lúgubre, del cuadro lleno de muerte. Del postrero momento de tu vida. De tu muerte. De tu vida a manos de la muerte, y a manos del hombre que te rebana el pescuezo como si partiera en dos un pastel lleno de vísceras. Ese hombre quisiera ser yo. Y lo seré. Porque suelo ser lo que quiero ser cuando en realidad tengo las ganas. A pesar que siempre me culpo de que nada me sale como en realidad quiero, creo que esta vez, en cambio, en un día no muy lejano espero verme bendecido siendo el protagonista de un final igual. Pero ¿A quién mataré? ¿A quién usaré para poder calmar mi sed de morbo? Mamá, papá, amigos… cualquiera de las personas que encuentro a mi alrededor se merecen morir. Definitivamente se merecen morir. Es más, yo, aun siendo el ángel inocente tan lleno de gracia y de bondad merezco morir. En realidad cualquier persona que respire el aire que por las puras ahoga este mundo merece la muerte. ¿Para qué vivir si al final vas a morir? Y es mejor si mueres víctima del filoso cuchillo que raspa de poco en tanto el cuello que te sostiene la cabeza. Es mejor, pues te quedarás sin ella. Caerá a mis pies, despedazada. Quiero ver tu cabeza lejos de tu cuello y cerca de mis pies. Verás que este ángel, vestido de blanca túnica y lleno de pureza se volverá el ave horrenda que se escapó del averno llevando entre sus alas las flameantes lenguas de fuego que incandescentes llenan de azufre la última estación que te tocará vivir. Aquella estación que imborrable quedará grabada en mi memoria. Serás memoria, tú mi víctima y yo el cobarde. Serás mi motivo de dicha, primero, y luego de culpa. Mi pecado más real. Quien quiera que seas o quien quiera que fueses, serás mío, o serás mía, tu cabeza, tu cuello y tu cuerpo serán míos. Yo desarmaré tu figura a mi antojo, porque sé que en esa última estación me veré pintado de muerte, de venganza, de redención. Te dejaré libre de la vida, del mundo, de tus pesares, del amor, del llanto amargo, y de las risas estúpidas. Serás libre tú, al inicio, y luego tu cabeza. Estará en mi mano tu cabeza, porque haré con ella lo que yo quiera. Y ya desde ahora, que las ganas me embargan, planeo la noche que anhelo, planeo que será una noche lluviosa, planeo que vendrán muchas lagrimas del cielo, planeo que será tu última noche, planeo que será mi última noche, pero planeo que será la noche más feliz que mi vida de infante pudiese anhelar. Ahora mismo, sentado en mi cama, anotando lo que lees, cierro mis incrédulos ojos y me pongo a pensar. A imaginar. Me lleno de emoción. Tendré en mis manos un cuchillo, la fuerza, luego tu cabeza, mi trofeo, tu sangre me manchará los pantalones. Tal vez te ame en ese momento. Te adore, te idolatre, pero ya luego disparare toda mi furia y mi rabia retenida. Llenare mi mano de pena, luego de fuerza, seré un puño, acariciaré tus mejillas con mis dedos, hasta que tu ternura me de cólera. Y luego seré la maldición del mundo. El ocaso del sol. El odio de los santos. Y tal vez luego, harto de alegría, de felicidad, de dicha, moriré, pero estaré para entonces libre de mi capricho, de mi obsesión, estaré libre de la culpa, libre del pecado, del mundo, arderé en el averno, quizás, y las puertas del cielo se cerraran al avisar mi arribo, pero aun siendo el más despreciable ser que estuvo entre todos los siglos de la raza humana, sabré que lo que hice, lo hice porque quise, y lo hice con ganas…”

jueves, 26 de septiembre de 2013

TENGO TANTAS COSAS PENDIENTES

Tengo tantas cosas pendientes.
Tengo una sonrisa que no se quiere asomar. Los labios que no se quieren relajar. Un ademán que esconde el puñal.
Tengo en el recuerdo tus ojos que no me quieren mirar. Están ahí. Frente a la luna. Frente al mar. Frente a mi ser. Frente a mis ganas de amar.
Tengo tu aroma que excita mi piel.
Tengo el calor de tu mano izquierda derritiendo mi pecho vuelto hielo.
Tengo el camino de arena que nunca descalzos pudimos andar.
Tengo en la memoria tu rostro invernal. Las nubes que poblaron el cielo de Agosto que aun no se quieren evaporar. Cada grano de tierra que habita el parque donde solíamos pasear.
Tengo el calor del último cigarrillo que encendiste frente al mar.
Tengo la piel canela. El sol que no aparece más. La gris humareda que bailaba en el cielo.
Tengo en mi mano un pedazo de tu corazón.
Tengo tus ganas de ser mío. De nuevo tus ganas de amar.
Tengo tu vientre desnudo vencido en mi alcoba. Te tengo aquí, en mis memorias de papel.
Tengo tu sonrisa pendiente del retrato.
Tengo tu cándida mirada que nace del ayer. Tu fragancia que invita al encanto. La luz prendida. La luz apagada. Tu piel forrando la mía. Hallando en la pasión desenfrenada lo que llamamos vida.
Tengo tus manos recorriendo sin prisa mis piernas.
Tengo la noche como testigo que sonroja sus mejillas.
Tengo tu fiera locura colgada de mi tierna cobardía.
Tengo en el armario de mi pecho el deseo de las cosas que quise tener.
Tengo en la frente mi culpa por no saberte cuidar. Por no saberte querer.
Querer.
Querido.
¿Cuándo te volveré a ver?
Tengo la pegunta fresca disipada entre lágrimas que agobian mi arrepentido ser.
Tengo las cartas que me escribiste. Las flores que un día me encargaste mantener. Las tengo marchitas esparcidas en mi hogar.
Tengo el sonido latente de tu corazón cada vez que me decías amar.
Tengo el sudor en mis manos de verte sueño mío, de verte realidad.
Tengo que tomar mi camino de vuelta a casa.
Tengo que volar en medio del mundo para irte a buscar.
Tengo que hacerlo.
Tengo las horas insistentes.
Tengo que hacerlo ya.
Tengo entre mis dientes las ganas de volverte a besar.
Tengo que dejarlo todo para verte de una noche a mi lado despertar.
Tengo que ser la llama ardiente que encienda tu rostro pasional.
Tengo que hacerlo ahora.
Tengo que dejarme de lamentos, de posibles, de acasos.
Tengo que dejar ahora mismo el teclado y decidirme ya. O eres tú, o no es nadie más.
Tengo tantas cosas pendientes. Tengo que correr tras el color de tus ojos. Tras el perfume de tu piel. Tras el sonido de tu voz. Tras la caricia de tu mano. Tras tu manera de amar.
Tengo que sacar de mi maleta los bultos que impiden mi huida hacia ti, volverme liviano, tengo que estar allí.
Tengo que echar por la ventana de mi cuarto los problemas de mamá, los gritos de papá. Todo aquello que me ate al pasado.
Tengo que salir del vacío de la oscuridad y de la mentira.
Tengo que olvidarme del pasado y volver a recorrer de tu mano los caminos de la vida.
Tengo que ver la luz.
Tengo tantas cosas pendientes. Tengo tanto que hacer, y nada hago aún.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

¡GRITA!

La ciudad está bañada de noche
y tu voz cargada de lamento
se esconde en cada esquina que dejó el tiempo
es tu silencio la guarida del recelo
y tu sangre mancha mi alma
hasta ahora pura
hasta ayer casta
te bañas del vino que emanan tus venas
envuelves con el frío vacío tu piel desnuda
tu figura alienta mi pena
y aun sigues callado
tragándote las palabras con la hiel del pecado
y aun sigues mirando
sintiendo el castigo que te da el desamparo
y sigues callado, murmurando, gimiendo, mirando, llorando
y sigues muriendo
en esta celda donde los cadáveres te acechan
guardan la esperanza que habita en tu lánguida carne.
Tu desidia es mi impotencia
dime algo, se hace tarde
lanza al viento tu alarido miserable
las horas de la madrugada dejan huellas en tu piel
alumbran tus llagas
lloran tus manos
reniegan tus pies
y quedan dibujadas las sombras de tu culpa
por ser un soñador inocente
y tan dependiente
del orgullo y de la soledad
que erigió tu existencia falaz
que llenó de tinieblas los veranos ardientes
y aun sigues mudo
y sigues callado, murmurando, gimiendo, mirando, llorando
y sigues muriendo
estas ahí, descalzo, sobre el suelo de mármol
vulnerable, vencido
como débil mariposa
pidiendo inmóvil
que alguien te socorra
rogando inerte
de alguien su misericordia
y es tu plegaria afásica la rabia que me agobia
las violetas de tu Edén frustrado
que marchitas adornan tu alrededor
y las aves que hambrientas te sacaran los ojos
si hoy, martes, de terror
no dejas atrás tu pánico, insensato
si hoy, noche eterna
no te atreves a elevar tu voz enferma
las aves hambrientas te arrancaran el corazón
mira el cielo
hoy pinta de angustia tu perdición
y tu garganta siente que vives demente
se alista
de prisa
pues quiere ser el camino que recorra el eco de tu lengua
tus labios
tus dientes
intenta
que tu grito sea la bandera de tu denuncia
el reclamo de tus castigos pendientes
anuncia
con tu bramido
que hay un hombre entre tanta gente
en cuyo interior vive un león dormido
despiértalo, que ya es hora
el mundo entero se ha puesto de pie
para oír el rugido
y grita
lentamente
deja que el aullido vaya débil, luego fuerte
y grita
demostrando
ponte de pie, mira el sol
y habla claro
pero grita
grita
que sea una sorpresa, intenta
grita
despacio
suelta la mano del que no es osado
grita
¿No ves acaso que me siento a gusto?
Grita
levanta el sonido que te nace del vientre
te parece mi esfuerzo justo?
Aléjate temeroso, vuelve valiente
y grita.
Grita
Deja explotar tu conciencia
la verdad que te nombra demencia
paciencia, le pido a mi vida paciencia
para verte renacer
pero grita
como gritaste la vez primera que observaste el mundo
cuando tu madre te aferro en su seno
grita maldito vagabundo
como gritaste mientras tuviste sexo
grita
como cuando gritaste desde la cima de la montaña al que estaba abajo
como cuando quisiste arengar al ser amado
grita como si estuvieses feliz
como si te fueses a morir.
¡GRITA!
Bestia furiosa que aun no muestra su poder viril.
¡GRITA!
Animal que del fondo de la cueva no quiero aun salir.
¡GRITA!
Pues si no gritas, ¿Quién crees que gritará por ti?
¡GRITA!
Pobre criatura víctima del miedo eterno
GRITA AHORA BESTIA
GRITA AHORA ANIMAL
!GRITA, PERO GRITA YA!
Grita con el último aliento antes que tu vida
se vuelva el llanto de los que te vendrán a enterrar.
Grita ahora
Grita ya.
Si no lo haces ahora, nadie te podrá ayudar.
Si no lo haces ahora, nadie te podrá salvar.
Si no lo haces ahora, muy tarde para escucharte será.

jueves, 5 de septiembre de 2013

viernes, 30 de agosto de 2013

ADIÓS

Era dulce.
Era tu voz tan dulce ayer. Tan lastimera ahora.
Eras tú. Era yo.
Éramos tú y yo, y la magia de este increíble amor.
¿Dónde?
¿Dónde dejaste la vela encendida que harta de esperar la noche se apagó?
¿No te diste cuenta?... Tal vez no.
Tú siempre tan despistado, yo siempre tan amargo. Tan sin expresión.
Fui guardando tu cariño en cada beso lanzado al vacío.
Tus besos sin dirección.
Tus besos que ahora son olvido.
Pobres víctimas del sueño que reina en la madrugada, cuando, a pesar de la distancia, decías
con voz de ángel
que me amabas.
¿Sabías lo que sentía mi corazón entonces?
¿Sabes, acaso, insensato, lo que siente ahora?
¿Sabes? No. No sabes. Y no quieres saber. Me rehúsas. Me huyes.
Piensas, tal vez que esta criatura aun vive en ti.
Piensas. Y seguirás pensando, que esta criatura aun tiene en la mente y aun en el pecho, la imagen de tu piel.
Piensas, acaso, no sé. Piensas. Y yo también pienso. ¿Hasta cuándo?
Llueve afuera. El cielo llora. La luna me mira triste y me pregunta.
¿Hasta cuándo?
Llueven las gotas de los recuerdos que me nacen de los cabellos.
Asoman las memorias cristalinas vueltas agua de sal.
Surcan mi frente.
Mis mejillas.
Y de repente.
Empiezo a llorar.
¿Hasta cuándo?
La luz de la tiniebla, aun oscura y aun marea no me quiere abandonar.
¿Hasta cuándo?
La ventana por donde te veía todas las noches no se quiere cerrar.
¿Hasta cuándo?
Tu nombre que está tatuado en mi alma en mis labios aun pretende estar.
Y es en vano, preguntar.
¿Hasta cuándo?
¿Hasta cuándo seguiré recordando aquel Octubre en este Agosto que agoniza ya?
Toma mi mano, mírame a los ojos, y responde sin vacilar.
Que hay una noticia que hoy te tienes que enterar.
Mírame, aun en los kilómetros que nos faltan por estar.
Mírame, aun en el silencio de las miradas que nos quieren criticar.
Mírame, aun no estando delante tuyo, mírame.
¿Hasta cuándo crees que te iba a esperar?
Siento que no quieres llorar, siento que me quieres matar.
Lo siento y tú lo sientes. Solo que atrevido no eres ya.
Olvidaste este amor que por ti sentía como al geranio regar.
Y hoy, que llora el cielo, que me vuelvo viejo, que se acaba el mundo, que a los ojos no me quieres mirar, te veo y te pregunto.
¿Hasta cuándo creías que esto podía durar?
No. No duró. Acabó.
El amor como el geranio se acaba de marchitar. Hoy soy clavel. Y he sido plantado en otro jardín.
Muy, muy lejos de ti.
Tenías en tus manos mi corazón.
Y lo olvidaste en algún rincón.
Hoy te alejo de mí.
Adiós, adiós al dolor.
Adiós, adiós por hoy.
Adiós por siempre.
Adiós amor.


lunes, 15 de julio de 2013

SOY UN CAMINO LLENO DE MIERDA POR DONDE VAS A TENER QUE ANDAR

Y entonces se escuchó, con inesperado protagonismo, el timbrar del teléfono. Había optado esta vez por colocar una canción demasiado llamativa como tono de llamada, la melodía pareciese invitar al baile. Entonces no dudé en bailar mientras me acercaba, desde el comedor, hasta la habitación, en donde estaba el celular, echado en la cama, apoderándose de la energía. Di una vuelta saltando al ritmo de la canción que aun estaba sonando. Pensé que quien llamaba en breve se iba a aburrir de estar a la espera de mi voz, así que respondí.
-Hey aló?
-Eh, hola, Jorge, soy yo.
-Sí, pero quién es?
-Soy yo. Ya no reconoces mi voz?
-Eh pues, la verdad no. Ya pues, dime.
-Quieres pistas?
-Hey no. Espera! Ya sé quién eres!
-Ah pues que buen…
-Ay ya dime! Que quieres? Te dije que ya no llames, después de lo que pasó aquella vez en el parque te pedí que dejáramos de frecuentarnos, y de llamarnos y todo ese tipo de cosas.
-Y tú pensaste que te iba a hacer caso? Estás loco. Eres mío y no te dejaré escapar. No ahora.
-Tuyo? Perdón? Estás equivocado. Yo no le pertenezco a nadie. Soy libre y así.
-Eres mío.
-Que no. Soy libre. Nadie me tiene, nadie me manda. Nadie es mi dueño.
-Yo lo he sido. Lo soy y lo seré.
-Jajajaja. Estás loco. Vete a dormir.
-No hasta que lo reconozcas.
-Perdón?
-Vamos, dilo. Di que eres mío. Quiero escuchar.
- Mira. Este. Mejor relájate. Ya me estás dando miedo. Olvídate de mí por favor. No tiene caso que sigas pensando en mí. Lo hago por tu bien. Así que…
-Noooooooooooooooooo…
-Sí. Cortaré la llamada. No es necesario todo esto. Simplemente olvida que existo. Si? Dale, se bueno y hazme caso por favor.
-Pero, Por qué me huyes? Por qué te rehúsas a mi?
-Cállate! No hagas dramas.
-Oye, no es drama. Por qué me esquivas? Por qué cuando te busco no te encuentro? Porqué? Qué te hice?. Ya te olvidaste del beso que nos dimos aquella vez que nos vimos en el parque de la esquina de tu casa? Cuando tomabas mis manos. Cuando acariciabas mis cabellos. Me tocabas, me acariciabas, te acercabas…
-Cállate!
-Y rosabas tus manos húmedas y nerviosas con mis manos llenas de pasión…
-Jajajaja. Idiota…
-Y te acercaste. Acercaste tu rostro con mi rostro. La gente estaba allí. Nos miraba, como preguntándose…
-Cállate!
-Como preguntándose… Quiénes son? Por qué se aman? Por qué aquí? Por qué tanto amor? Amor, amor? Amor, estás?
-…
-Amor estás?
-No soy tu amor.
-Pero esa noche en el parque me dijiste que me amabas.
-Pues mentí. Loco, mentí.
-Pero besaste mis labios.
-Ya te dije, te mentí. Te vi la cara.
-Me viste la cara. Acariciaste mi rostro. Besaste mi frente. Besaste mis mejillas. Besaste mis labios. Y la gente, atrás, cuchicheando nuestro pecado, nos seguía mirando, creyéndose los dueños del cielo, los ángeles del paraíso, los santos, y yo que te amo tanto.
- Cállate, que no te sale lo poeta.
-Por ti me vuelvo un poeta, un artista. Por ti vuelo. Por ti vivo.
-Por mi?
-Sí, por ti amor de mi vida, de la vida que vivo hoy y de las vidas que viviré mañana.
-No me jodas…
-No te jodo. Te amo.
-No es cierto. Tú sólo me deseas.
-Te deseo porque te amo pues.
-Tú no quieres mi corazón. Tú quieres mi cuerpo.
-Eh…
-Ves?
-Fue broma.
-Idiota vete a la mierda…
-La mierda? Jorge, yo soy un camino lleno de mierda por dónde vas a tener que andar.
-Asi? Qué miedo me das. Yo no ando pisando mierda. Yo sé muy bien por donde camino.
-Esta mierda en medio del camino aguarda que salgas mañana y andes por la calle. Te estaré esperando donde menos te lo esperas.
-No te tengo miedo…
-Pues deberías. Me gustas y serás mío, así tenga que volverme mierda.
-Idiota.
-Espérame. Iré por ti.
-…
-Un beso mi vida.
Colgué lentamente. La respiración del que se decía así mismo mierda en medio del camino se escuchaba al otro lado del teléfono como esperando alguna respuesta a su proposición. No dudé y colgué. Me inundó el miedo. Qué podrá hacer? Qué será capaz de hacer? Qué pasará?

sábado, 22 de junio de 2013

MUERTO EL PERRO

El ave del silencio que oscurece el alma
con la misma tiniebla de su armadura invernal
anuncia en su lastimero canto
que hoy por fin me he llamado espanto
triste mi espíritu de esta piel escapó
se sintió incómodo
o tal vez huyó
a donde su paz lo pueda devorar
y mi púrpura sangre por los poros fluyó
inundando por completo mi tumba
pintando el lodo que por ahora me rodea
y que alimenta a las serpientes de la tierra,
los demonios se bañan con mi llanto
mi dolor se vuelve fiesta
y aun estando tres metros bajo ellos
escucho las plegarias que rezan en mi honor
esconden tras sus caretas el furor
sonrisas tras su pena
tras el luto esconden la blanca seda;
Fariseos Troyanos mis padres
que nunca me soportaron;
apócrifos Islamistas mis hermanos
que siempre me odiaron
furiosa y en ocasiones distinta
amable, rebelde
sublime y terrible
familia que logró ver mi luz alumbrar
y que hoy, siendo aún noche
me tiene que sepultar,
entierran mi corazón
no hay vida, de repente
ni carne, ni espíritu.
Adiós suerte,
bienvenida muerte.

Esperen, aún mi tiempo, fantasmas
que mis ojos no pueden verlos nunca más
los cierro para no perder mi voluntad
llamo al día que no se quiere hacer
lo invoco y no responde
más de vecino tengo al hambre
que me mira con enojo
como diciendo
“¿Ves? Tanta comida y tú sin cenar”
“¿Ves? Come la arena, el lodo, las hormigas y la sal”
Reniego de mi soledad
de mi calma, de mis rosas negras
olvidadas en el sofá
y recuerdo que la felicidad
se empozó en mi boca como el bocado de un pan
caliente, recién salido del horno
que al pasar a mi lánguido estomago
ardiente no es más
se vuelve frío, se vuelve llanto
se vuelve vino, se vuelve pan
se vuelve para sí y no me quiere más
y el amor que de nada llegó
arrastrando sus piernas rotas en medio del muladar
también murió
se fue
se esfumó
tantos labios que los míos acariciaron
tantas manos lujuriosas sedientas de mi piel
tantas noches libidinosas que amanecieron
tan dulce, tan luego hiel
tan libre y tan preso
todo en la misma vez
enamoradas mis carnes, desilusionados mis huesos
a veces  alma de ave
a veces corazón de pez
a veces cama mojada
y otras, neblina relajada
las cenizas ardientes de la que fue mi casa
me vieron convaleciente
envolvieron mi piel exenta de grasa
y mi voz, como el ladrido de un perro
depositó en las manos de la humanidad mi furia animal
perro que ladra
y que hiere
bestia que vino del cielo
a caminar la senda infernal.
Vuelvan su vista hacia mí
muevan su rostro
¡Mírenme!
Aún el frío de este suelo infame
cobija mi sudor
y las arenas deseosas de mi sangre
se tragan sin reclamar mis sosas lágrimas
mi dolor
el mundo tiene hambre
quiere tragarse mi miedo
quiere devorar mi corazón
porque soy el clavo y el martillo
del perro su lacerado ladrido
soy el ocaso de la mañana
el sol que se apaga
para no alumbrar jamás
la lengua que a veces habla
el sonido del mar
el árbol
y el ave tuerta con la espina clavada en el ojo izquierdo
el ojo que de negro intenso
tiene el color
acero, vidrio, papel y hierro
soy el humo del cigarro
insisto, soy el forastero perro
que vive entre hojas de diario
vive, y si muere, resucita,
con la misma indiferencia
de tus cucharas llenas de cereal.
No necesito que hoy cuando
el cuerpo tengo en el fango
derramen gotas de cristal
si antes, cuando
mi mano ciega buscaba en medio de la oscuridad
los brazos fuertes de algún Samaritano
voltearon a mirar el paisaje de atrás
ignorando mi malestar
dejando en mi espalda
el peso de la luna y su esplendor.
Luna, no llores, hoy murió este perro de dolor
y a pesar que te haré falta
en la tierra sé que mis recuerdos se pudrirán de calor
y los bichos que en ella viven
me desfigurarán
me supurarán
pero aún cadáver y aún memoria
mi rabia, nadie, podrá olvidar.