miércoles, 12 de marzo de 2014

SOMOS

Somos los que fuimos. Los que un día se callaron en medio del desierto. Hartos de llorar y recibir palmazos en el trasero. Somos aquellos que lagrimearon por verse perdidos en el vientre de la madre. Somos el puje de la madre que revienta la panza para multiplicarse, o para valerse de la esperanza que da el mentado alumbramiento. Somos los primeros pasos de ese engendro. Somos sus dedos llenos de miel y manteca. Somos uno del millón y somos peor que cualquiera. Y ese millón que es una parte del todo. Se hunde sin salvación en el océano, náufragos, miserables todos. Allá van, perdiendo la arena que se aleja de sus pies, de sus esperanzas. Somos los que esa tarde llena de pena dejaron sus súplicas inundar la tierra. Y el pobre sol sangrando tuvo que tragarse su misericordia, y voltear los ojos al cielo. Somos, en este momento, su sufrimiento.
Somos los que estamos, los que callamos ante tremenda escena, los que no denunciamos el salvajismo del hombre, los que cual párvulos quedamos atónitos en medio de la guerra entre dos humanos, los que fuimos testigos del alumbramiento del niño de oro que derramó su orina en el manto del universo, los que escondemos sus juguetes con el único fin de que se prive y escucharlo llorar y alimentar nuestro morbo, somos las gárgolas que acechamos su alcoba solitaria por las noches mientras sueña para emprender la pesadilla. Somos y estamos. Y a veces no aprendemos.
Somos los que seremos, los que algún día nos arrepentiremos. Nos echaremos entonces en el jardín del infierno para meditar lo que hasta entonces habremos hecho. Sabremos que el día se escapa de nuestras manos antes de las seis, nos abandona , y entonces hechos porquería, en medio del destierro, moriremos. Y luego, no seremos más esos potros bravíos que saltaban en medio del fuego cuando llegaba el estío, ni seremos más esos soldados del monstruo tragamonedas que esconde tras sus trajes ejecutivos una inteligencia falaz, numeral y se hace rico y ensancha su panza a costas de la ignorancia de quienes entonces fuimos los desgraciados. Fuimos entonces, las pobres cabezas apiladas en la multitud alabando su proeza, más hoy, no somos, hermanos de ayer y de hoy, de la derecha y de la izquierda, de aquí y de allá, escuchen, hermanos, hoy no somos ni mierda.