sábado, 29 de abril de 2017

ARIMATEA II

Había una vez
una luz que del pozo salía
disparando balas de amor,
naves espaciales que se posaban sobre la ciudad
tirando perlas incandescentes,
una estrella en la azotea de mi casa
y un repartidor de cartas.
Habían niños en los parques
y rosas en los cabellos de mi madre,
frutas de la estación
sopas de verduras
y migajas de pan en las manos del errante.
Un faro en la bahía
custodiado por gaviotas,
melodías en la montaña
y danza en la primavera,
colores en lugar de filtros
besos que hoy no son pedidos.
Habían libros en mi mesa
agua limpia en mi vaso
y brumas respirables.
Había una vez
aquello llamado felicidad
y hoy
billetes y cables
perfumes y pantallas
suicidios y granadas,
y de aquello
que una vez había
ya no hay más.

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