jueves, 10 de noviembre de 2011

ELLA SE FUE

Ella era una mujer. Fuerte, decidida, libre, y sobretodo luchadora. Ella era una mujer que no se dejaba dominar, ni por inviernos perdurables que congelan el alma, ni por certeras angustias que estremecen los sentidos. Recuerdo, la recuerdo, ella llegó hasta mi casa, un día de navidad, estaba radiante, su presencia era única, de la mano de su eterno acompañante me conoció, luego viajamos por la ciudad, y luego se despidió. Recuerdo también que antes, semanas antes, me había sorprendido con su voz. Yo, desprevenido, en medio de la tarde, dije "aló" y ella respondió, ella me dijo, sonriente, "soy yo, soy Geny" y desde ese momento, su nombre, al igual que su voz, quedaron impregnados en cada célula de mi ser. Luego vinieron las conversaciones por teléfono, los muchos regalos que ella me envió, los muchos "te quiero" que me regaló. Hasta que decidió que sería buena idea tenerme a su lado. Y así fue. Pasaron los meses, y ya yo estaba en su misma casa, mirándola siempre, haciendo las mismas cosas que ella, aprendiendo de ella, dando pasos gigantescos en mi vida de su mano, empezando a vivir, lejos de mamá, lejos de mi hogar, lejos de mi ciudad, lejos de todo, pues tenía un nuevo vivir, una nueva mamá, un nuevo hogar, una nueva ciudad, un nuevo todo.Ella era una mujer. Fuerte, decidida, libre, y sobretodo luchadora. Ella era una mujer que no se dejaba dominar, ni por inviernos perdurables que congelan el alma, ni por certeras angustias que estremecen los sentidos. Recuerdo, la recuerdo, ella llegó hasta mi casa, un día de navidad, estaba radiante, su presencia era única, de la mano de su eterno acompañante me conoció, luego viajamos por la ciudad, y luego se despidió. Recuerdo también que antes, semanas antes, me había sorprendido con su voz. Yo, desprevenido, en medio de la tarde, dije "aló" y ella respondió, ella me dijo, sonriente, "soy yo, soy Geny" y desde ese momento, su nombre, al igual que su voz, quedaron impregnados en cada célula de mi ser. Luego vinieron las conversaciones por teléfono, los muchos regalos que ella me envió, los muchos "te quiero" que me regaló. Hasta que decidió que sería buena idea tenerme a su lado. Y así fue. Pasaron los meses, y ya yo estaba en su misma casa, mirándola siempre, haciendo las mismas cosas que ella, aprendiendo de ella, dando pasos gigantescos en mi vida de su mano, empezando a vivir, lejos de mamá, lejos de mi hogar, lejos de mi ciudad, lejos de todo, pues tenía un nuevo vivir, una nueva mamá, un nuevo hogar, una nueva ciudad, un nuevo todo.
Me encantaron los días a tu lado, eran días de alegría, días de trabajo, a veces días caóticos, días que venían acompañados de noches de descanso, calor, lluvia, pérdida y recompensa, felicidad e infelicidad, cerca de ti aprendí la diferencia entre vivir y sobrevivir, la diferencia entre ser y parecer, andar por ahí meditando por la noche mientras escuchaba canciones en medio de mi mundo, con algo que comer, con nada que comer, paseando por parques y avenidas a ese animalito al que tanto quise, o andar vagando los fines de semana completamente sólo por las calles de la ciudad, mirando a la gente de las calles de la ciudad, dejando que la gente de las calles de la ciudad me mire, a veces demasiado, mientras tú me esperabas a veces preocupada, con la cena caliente y con una nueva enseñanza en los labios.Me encantaron los días a tu lado, eran días de alegría, días de trabajo, a veces días caóticos, días que venían acompañados de noches de descanso, calor, lluvia, pérdida y recompensa, felicidad e infelicidad, cerca de ti aprendí la diferencia entre vivir y sobrevivir, la diferencia entre ser y parecer, andar por ahí meditando por la noche mientras escuchaba canciones en medio de mi mundo, con algo que comer, con nada que comer, paseando por parques y avenidas a ese animalito al que tanto quise, o andar vagando los fines de semana completamente sólo por las calles de la ciudad, mirando a la gente de las calles de la ciudad, dejando que la gente de las calles de la ciudad me mire, a veces demasiado, mientras tú me esperabas a veces preocupada, con la cena caliente y con una nueva enseñanza en los labios.
Fue penoso ver que una enfermedad arribó a tu vida. Fue penoso tener que acompañarte a los hospitales, verte tomar medicinas, ver que tu faz se ensombrecía, que tu cabello se caía, me dolía ser tan impotente ante esa situación, ver que desde mi estúpido mundo no podía hacer nada, solo correr, abrazarte y decir que todo estaba bien, lloraba en silencio.
Los mese pasaron, y me vi obligado a regresar, ¿porqué?, pues por idiota, por tonto, por no saber que mi futuro estaba a tu lado. Regresé y tu salud empeoró. Hablábamos siempre, y pudimos hablar más si no hubiera sido por mi poco romanticismo y mi poca disposición, ya me conocías a la perfección, así soy, así, renegado, seco, tirano, antisocial, tímido. Las noticias tuyas llegaban siempre a mí con esperanza, hasta que un día, una semana antes de tu partida, para ser exactos, gracias a justamente esas noticias, decidí llamarte. Ya no eras la misma, te habías rendido, tu voz, antes recia e indomable, ahora me parecía tierna, sumisa, nostálgica, ahora tu voz se parecía a la mía. Hablamos, y en estos momentos que recuerdo la escena, mis ojos aun se llenan de lágrimas, lo siento, sabes que soy un llorón. Hablamos, y me pediste una promesa, me dijiste que cuando ya no estés más, querías que estuviese contigo, así tenga que llorar sobre tu cuerpo inerte, así solo el alma bendecida que Dios te dio, me pudiese sentir. Yo lo prometí. Fue la última vez que hablé contigo, fue la última vez que escuché tu voz, me dijiste que lo único que querías era descansar, que habías dado una lucha sin tregua, pero que ahora querías descansar, dormir, cerrar tus ojos y saber que todo lo de tu enfermedad fue una maldita pesadilla, me dijiste llorando que sabías que aquello iba a suceder, y yo no supe que hacer. Traté de animarte, de darte ánimos, es la vida, es tu vida, no concebía que ya te habías dado por vencida. Recuerdo que esa noche mi hermana y yo hablamos con Dios, oramos, cantamos, yo seguía llorando, aun lo sigo haciendo cada vez que te asomas en mi memoria, y aun algo de fe en mi ser había quedado. El siguiente sábado recibí una llamada, me dijeron "ella se fue". No lo pensé dos veces, dejé todo aquí y fui hacía ti. Solo, sin compañía, no tuve miedo cruzar medio mundo, tu me habías enseñado a no tener miedo, a ser más fuerte. Llegué hasta tu morada, estaba tu familia, que también era la mía, y te vi. Estabas dormida, seguiré pensando eso, estabas sólo dormida, dentro de una caja de madera, estabas radiante, como nunca antes te había visto, bella, y luego pensaron que no sería buena idea que durmieras en medio de la sala de tu casa, así que te fuimos a dejar a otro lugar, un lugar a donde podamos ir a visitarte, llevarte flores y oraciones. Ahora estas ahí, esperándome, esperándonos. Te fuiste, pero se que la distancia ahora ya no física, sino espiritual algún día desaparecerá y volveremos a reír juntos. Gracias por todo mamá.

Esta es la canción que te dediqué en la radio donde trabajo, el mismo día que me enteré que te habías ido.

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